La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y, a su vez, es el mejor lienzo para el maquillaje. El cuidado de la piel es tan importante como el del resto del cuerpo y hay que velar por ella para que esté protegida y saludable. Como expertxs en belleza nos preocupamos de conocer todos los tipos de pieles y de cubrir sus necesidades como un paso previo fundamental para que nuestro trabajo luzca y ofrezca su mejor versión. Si quieres profundizar en estos conocimientos no te pierdas nuestro Taller experto en pieles y conviértete en un especialista en la materia.
Anatomía y funciones
La piel es la cubierta exterior del cuerpo humano por lo que se trata del órgano con mayor superficie (casi 2 m2 de media en un adulto) y puede pesar hasta 5 kg. Su grosor es distinto dependiendo de la zona y del uso que se le da, así por ejemplo los párpados y el contorno de ojos es una de las partes más finas mientras que las plantas de los pies, las palmas de las manos o la parte superior de la espalda es de las más gruesas. La piel tiene melanina y por tanto pigmentación que hace que varíe su tono en blanca, negra o asiática. También se puede distinguir entre pieles secas, grasas o mixtas.
La piel está en contacto directo con el medio y por eso tiene unas funciones muy concretas:
- Protección como barrera física para aislar el resto de órganos
- Regulación térmica del cuerpo mediante la transpiración o el sudor, la vasodilatación, etc.
- Sensibilidad a través de los receptores del tacto, la temperatura, la presión…
- Síntesis de vitamina D que proviene de la exposición a los rayos del sol y que es favorable para la salud en general.
Además, la piel también tiene una función estética ya que es como si fuera el envoltorio de las personas y lo que da una primera impresión. Por todo ello, la salud de la piel es fundamental y mantenerla hidratada es sinónimo de un estado general más saludable.
Tipos de piel y sus características
Para elegir qué cuidados de la piel son necesarios hay que diferenciar primero los tipos de piel y sus características. En líneas generales podemos hablar de piel normal, piel seca, grasa, piel mixta y piel sensible.
La piel normal es una piel tersa, uniforme, con brillo natural, poros cerrados y que con pocos cuidados se mantiene perfectamente hidratada. La piel seca es más común con el paso del tiempo y, debido a la pérdida de colágeno y elastina, requiere de una hidratación más intensiva. Tirantez, rugosidad, sensibilidad, picores y descamaciones son habituales por lo que hay que tener mucho cuidado para mantener la barrera cutánea nutrida y en perfecto estado. La piel grasa es excesivamente brillante y puede tener poros dilatados, espinillas e impurezas que son a veces respuesta a un desequilibrio hormonales, alteraciones en el metabolismo o en la alimentación. Por otro lado, la mixta es la combinación de varios tipos de piel tanto en la cara como en el resto del cuerpo y la piel sensible es aquella que es muy vulnerable a productos, tiene rojeces y se irrita con facilidad.
Factores que afectan la salud de la piel
Existen muchos factores que afectan a la salud de la piel, tanto internos como externos. Muchas veces se muestra externamente que algo no funciona en el interior, como pueden ser algunas dermatitis o manchas. Además, hidratarse bebiendo mucha agua y mantener una dieta equilibrada con alimentos buenos para la piel son hábitos favorables para este órgano de dentro a afuera. Alejar el estrés, el tabaco o la polución y dormir las horas suficientes también son alternativas que benefician a la piel y frenan su envejecimiento prematuro. Un consejo indispensable es utilizar siempre fotoprotección en todo el cuerpo y aplicar cremas, exfoliaciones y lociones hidratantes adaptadas a las necesidades concretas de cada tipo de piel. Consultar al dermatólogo en caso de dudas o tratamientos personalizados es también una buena forma de prevenir problemas cutáneos futuros.
Así pues, el cuidado de la piel debe formar parte de las rutinas saludables de cualquier persona para que esté siempre nutrida y en buen estado.